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"Carta de una alumna de prácticas"

                                                                                      Agradecimientos.

Llegó el final y, posiblemente, esta despedida sí sea un “adiós” y, quizás, muchos de nosotros no nos volvamos a encontrar. Ha llegado el día en el que nuestros pasos avancen separados, aunque prefiero pensar que se trata de un “posiblemente” y de un “quizás”.

También quiero decir que si se escapa alguna lagrimilla, que sea de alegría, porque lo que no nos pueden arrebatar, es el hecho de haber compartido este tiempo, casi fugaz.  Y por hacer de este tiempo un acontecimiento feliz e inolvidable para mí… ¡GRACIAS!

Gracias al CEIP “San Julián”, por hacerme partícipe y desvelarme sus secretos; por abrirme sus puertas, acogerme y permitirme pisar fuerte para, algún día hacer de la ilusión, una realidad.

Gracias a todos los que han formado parte del periodo de prácticas,  profesores  y no profesores, por ofrecerse desinteresadamente; por cada “chascarrillo” compartido en el recreo, que me han hecho sentir una más. Y porque he podido comprobar, en esos treinta minutos, que el frío se lleva mejor en equipo.

Gracias a todos los niños y niñas del CEIP “San Julián”, por invitarme a jugar y regalarme su tiempo; por enseñarme a ver la realidad como ellos/as la ven y hacerme creer de nuevo que, si lo deseas fuerte, no hay cosas imposibles.

Gracias a Julia y Antonio. Los primeros en recibirme y desearme suerte para la nueva etapa que empezaba y quienes, desde ese primer día, se han interesado por mi bienestar más allá de lo profesional.

Gracias a Marta, por demostrarme que “quién quiere, puede”; que lo insuperable no existe, si se le echa valor y ganas; por ser tan cercana y humana, y por invitarme a aprender, sin apenas conocerme.

Gracias a Mayte, por enseñarme, desde su silenciosa actuación, que el compromiso y el amor son esenciales para responder ante cualquier dificultad; que el esfuerzo y el tesón son los ingredientes necesarios para abordar la compleja tarea de educar, y que la paciencia es la virtud imprescindible para con los niños y niñas. 

Gracias a Elsa, por llenarme el corazón con un poco de esa magia que solo ella tiene y desprende; por mostrarme que el maestro no es solo el que enseña, sino aquél del que los niños/as aprende.  Por ayudarme, guiarme y apoyarme; por ser maestra de pequeños/as, pero también de grandes; por enseñarme tanto y dejarme enseñar… Porque a su lado, me he sentido alumna y maestra al mismo tiempo. 

Y para terminar, gracias a mis verdaderos maestros y maestras, a los niños y niñas del Aula 3-4, esos “locos bajitos” que tanto me han dado. Porque desde que preguntaron mi nombre, me han querido sin límites; por confiar en mí y permitirme formar parte de este instante tan importante para sus vidas, su niñez;  por hacerme sentir especial y regalarme cada día sus risas y abrazos más sinceros; por seguirme con su atenta mirada y ver en ella su aprobación; por hacerme sentir como en casa, aun estando muy lejos de la mía… Y sobre todo, por dejarme cometer errores intentando ser “la Seño Eva”.

Por todo ello, a todos vosotros, una vez más gracias. Porque quizás esta sea la última vez que nos despidamos, pero solo es eso, un “quizás”.

De lo que no tengo ninguna duda es que, de aquí en adelante, os recordaré y sonreiré, porque habéis hecho de este momento, un momento feliz.

Vuestra alumna, compañera y “Seño”, Eva.

 

Última modificación: 30/01/2017 - 11:12